EJE 5. MIGRACIÓN, GÉNERO Y CUERPO

Los cambios en la situación de las mujeres en l últimas décadas se enmarcan en un escenario de profundas transformaciones económicas y sociales relacionadas con la implementación de políticas neoliberales en la mayor parte del mundo. Dichas políticas han tenido efectos negativos sobre buena parte de las regiones y las mujeres, al igual que el resto de la población, han sufrido las consecuencias del desempleo, empobrecimiento, desigualdad, violencia, inseguridad, entre otros factores desencadenados.

En este contexto la gran mayoría de las mujeres ha buscado nuevas formas de supervivencia, utilizando recursos dentro y fuera de las familias, que van desde integrarse por primera vez al mercado laboral, sea de manera formal y/o informal, para hacer frente al desempleo de los hombres, trabajar un mayor número de horas en empleos mal remunerados y sin derechos, hasta desprenderse de sus familias y sus lugares de origen para migrar hacia mercados laborales alejados de su hogar, que demandan su fuerza de trabajo.

Las mujeres para el año 2017 conformaron el 48.8% del total de la migración internacional, proporción que ha aumentado mínimamente en relación a décadas anteriores (en 1980 representaban 48.1%, en 1990 49.2%, 49.3% en el año 2000 y, en 2010 el 48.4%). Sin embargo, los porcentajes de mujeres en los planos regionales son heterogéneos, en el caso de la migración hacia Europa representan 52%, en América del Norte 51.5%, en Asia 42.4% y América Latina 50.4%.

A esta diversidad numérica se añaden los numerosos tipos de movilidad al interior de cada uno de los sistemas migratorios, en función de su inserción laboral, de los objetivos perseguidos y de las condiciones generales y particulares de los países de origen, destino, tránsito y retorno. Por lo que nos enfrentamos a una realidad compleja y diversa, a la que hay que añadir que las experiencias migratorias de las mujeres son diferentes según su clase, nacionalidad, etnia, edad, escolaridad, condición migratoria, entre otros elementos.

Tanto mujeres como hombres participan en la migración. Sin embargo, existen un gran número de elementos que diferencian la experiencia migratoria según el género. Entre ellas destacan: 1) los niveles de pobreza y su impacto diferenciado en hogares con jefatura femenina y masculina, 2) al igual que los hombres, en las mujeres el factor económico es uno de los determinantes de la migración, sin embargo, para ellas la violencia estructural, de género y la violencia feminicida se suman como una causas importantes, 3) las violaciones a derechos humanos en contra de los migrantes en el tránsito y en el destino son diferenciadas. Por ejemplo, las mujeres, niñas y adolescentes tienen mayores probabilidades de sufrir diversos tipos de violencia sexual en el tránsito migratorio 4) las relaciones tradicionales de género se reconfiguran de una forma específica al migrar la mujer y de otra cuando migra el hombre, 5) las presiones sociales tanto en el lugar de origen como en el destino también son diferenciadas 6) la inserción de los y las migrantes en los mercados de trabajo se acota a ciertas actividades que se relacionan con los roles tradicionales de los géneros, 7) las condiciones laborales y el salario son desiguales según el sexo de las personas, entre otras grandes diferencias.

En los lugares de destino existen nichos laborales como el trabajo doméstico, de cuidados, los servicios y la prostitución, que en sintonía con el capitalismo neoliberal, ocupan a las mujeres migrantes para satisfacer la demanda que ahí existe. En este sentido, la movilidad ha significado la creación de nuevas dependencias y esclavitudes en vez de alentar la equidad de género en el mundo. Si bien la diversidad de situaciones es muy amplia y suma complejas interacciones, generalmente nos encontramos con que el abanico de escenarios oscila desde el sueño migratorio de la vida deseada y las oportunidades, sobre todo para las más “cualificadas”, hasta la desgarradora esclavitud laboral o sexual para las más desfavorecidas. Además, la criminalización de la migración indocumentada y el incremento de las muestras xenófobas y racistas de los últimos años, agrava la producción de situaciones que vulneran a las mujeres en el tránsito y el destino convirtiendo en obsoletos a los derechos humanos.

Ante todo esto, el eje temático “migración género y cuerpo” desde una perspectiva feminista, se propone dar respuesta a las siguientes preguntas ¿hasta qué punto la migración de las mujeres contribuye, tanto a desafiar los roles de género tradicionales, promoviendo el “empoderamiento” de las mismas?, o como, por el contrario, ¿si la migración colabora a perpetuar las normas sociales patriarcales heredadas en función de la construcción tradicional de “lo femenino”?, ¿son las mujeres migrantes castigadas por haber desafiado la exigencia de permanecer en sus hogares y países de origen?

Por otro lado, las diversas formas de estigma, discriminación y violencia contra personas con orientaciones e identidades sexo genéricas diversas, se ha convertido en una de las principales causas de migración. En el mundo hay 72 países que criminalizan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, e incluso ser gay o lesbiana es pena de muerte en 8 de ellos. En muchos otros lugares, aunque las personas LGBTI no son perseguidas por la ley, sí son objeto de rechazo social, discriminación, acoso y otros tipos de violencia que pueden llevarles a la muerte. Las personas que huyen de sus países de origen por esta causa deben tener acceso a mecanismos de protección ya que pueden calificar para recibir la protección internacional como refugiadas o ser consideradas como beneficiarias de otras formas de protección complementaria en los países de asilo.

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